La teoría del decrecimiento es bastante reciente, ya que data de los años setenta del siglo XX, por lo cual la mayor parte de los economistas en ejercicio no la conocieron durante su formación.
En 1972 se publicó un libro insignia de esta teoría titulado The Limits to Growth[1], escrito por investigadores de MIT. Su tesis principal se centró en que el suministro de recursos que nos provee el planeta
probablemente no iba a ser suficiente más allá de 2100 para sostener a la población mundial con las tasas de crecimiento económico y poblacional de ese entonces, aún con el uso de la tecnología más avanzada. Es más, si acudimos a las cifras del día del sobregiro, como se llama al día en que cada país termina de consumir los recursos naturales que le corresponden para ese año, es obvio que esta tesis no estaba para nada equivocada.
No es raro que tanta gente piense que esta teoría es absurda, ya que eso ha sucedido históricamente con muchas de las nuevas ideas que se han planteado. ¿Si no díganme qué pasó con Galileo cuando postuló que la Tierra giraba alrededor del sol y no al revés? Le tocó retractarse para no morir en la hoguera. Es más, durante siglos se siguió negando este hecho demostrado irrefutablemente, porque no le convenía para nada al establecimiento. Ahora el establecimiento quiere que sigamos creyendo que las teorías del crecimiento económico infinito son factibles e irrefutables como si fuera a una ley de la naturaleza, cosa que no han podido demostrar de ninguna manera. Obviamente, atacan como si fueran herejes a quienes controvierten sus ideas desde la ciencia.
Este debate del decrecimiento me recuerda la película Don´t look up, porque quieren hacernos creer que las funestas consecuencias que ha tenido el crecimiento indiscriminado en la naturaleza no existen, simplemente por ignorarlas, así como en la película logran convencer a la población de que el asteroide que va destruir la Tierra, y que se observa a simple vista, no existe por el mero hecho de no mirar hacia arriba.
La teoría del decrecimiento tiene una vertiente para aquellos que creen que la felicidad y el bienestar crecen proporcionalmente con la riqueza material, cosa que la paradoja de Easterlin[2] refuta. Es más, si esto fuera cierto, ¿por qué hay multimillonarios que se suicidan o que viven amargados? En todo caso, el decrecimiento se puede interpretar desde una perspectiva donde se logra producir más con menos recursos. La charla TED de Ray Anderson[3] es una muestra fehaciente de cómo su empresa Interface, cuyo principal insumo proviene del petróleo, logra algo que parecería imposible y es volverse carbono neutral a través de la innovación. Obviamente esto fue posible, porque Anderson creía firmemente en que era posible producir lozas de tapete de manera sustentable.
Otra vertiente de esta teoría nos dice que es posible vivir mejor con menos. Mi interpretación de esta visión es que el único crecimiento infinito que los seres humanos podemos alcanzar no es hacia afuera sino hacia adentro, porque la plenitud humana no se alcanza teniendo más, sino expandiendo nuestro ser. Obviamente, esto se fundamenta en asegurar que las necesidades básicas de toda la población estén satisfechas y de esta forma se pueda tener una vida digna como plataforma de una vida significativa. Está demostrado que con la riqueza existente se podrían cubrir las necesidades básicas de toda la población a nivel global, lo cual nos señala que el problema no es de pobreza sino de mala distribución.
Afortunadamente para las generaciones futuras, hay varios economistas que vienen haciendo propuestas muy interesantes que incorporan el decrecimiento de una u otra manera. Entre ellos se cuentan el chileno Manfred Max-Neef con el desarrollo a escala humana[4], la inglesa Kate Raworth con la economía de la dona[5] o el austriaco Christian Felber con la economía del bien común[6]. La propuesta de Raworth está teniendo tanta acogida, que ciudades como Amsterdam, Filadelfia y Portland están adoptando sus teorías como modelo de desarrollo. Es más, hasta el Foro Económico Mundial ve en esta propuesta el modelo en el que debería basarse la recuperación global económica global poscovid[7].
[1] https://bit.ly/3U8gZQT
[2] Easterlin, Richard A. (1974) "Does Economic Growth Improve the Human Lot?" in Paul A. David and Melvin W. Reder, eds., Nations and Households in Economic Growth: Essays in Honor of Moses Abramovitz, New York: Academic Press, Inc.
[3] https://www.youtube.com/watch?v=iP9QF_lBOyA
[4] Manfred Max-Neef (1994). El desarrollo a escala humana, Editorial Icaria.
[5] Kate Raworth (2017). Doughnut Economics. Chelsea Green Publishing.
[6] Christian Felber (2012). La economía del bien común. Deusto Ediciones.
[7] https://www.weforum.org/agenda/2020/05/doughnut-model-amsterdam-coronavirus-recovery/
Agustín, muchas gracias por estos excelentes artículos que nos ayudan a reflexionar y cuestionarnos sobre lo que los seres humanos estamos haciendo con nuestro planeta.